Miguel Á. Hernando

Redactor de TERRA.ES.
"El entrenador que siempre está aprendiendo, que siempre está creciendo"
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"¡Ufff! Tengo que rebuscar en la memoria para recordar los años que hace que conozco a Rafa Benítez, pero puede que más de veinte, allá en la extinta y añorada Ciudad Deportiva del Real Madrid. En aquellos balbuceantes 90, yo cubría para mi periódico, MARCA, los equipos inferiores del club 'merengue'. Así, nuestro primer contacto se produjo tras hacerse cargo del Sub'19 blanco. Le recuerdo con un hombre tranquilo, reservado, pero con el que enseguida tuve sensación de cercanía. Acostumbrado en aquellos tiempos a ‘lidiar’ con gente tan baqueteada y con tantos periodistas a sus espaldas como Toni Grande, Mariano García Remón o Vicente del Bosque, su edad, más próxima a la mía, y su carácter afable hicieron el resto.

"Le recuerdo como un hombre tranquilo, reservado, pero con el que enseguida tuve sensación de cercanía".
Rafa entonces era ya un técnico que quería comerse el mundo, trabajador infatigable, perfeccionista cien por cien. En su segunda temporada con ese equipo Sub'19, primera completa, en el que estaban jugadores como Fernando Sanz, Marcos, Sandro, Gerardo, el tristemente desaparecido Molina, Víctor o Dani, ganó Liga y Copa y consiguió que su nombre empezara a sonar a nivel nacional. ‘Hicimos’ nuestro primer reportaje. Ya en ese tiempo, para él, el ordenador era un elemento imprescindible de trabajo. Quería tener todo controlado sobre cómo trabajaban los chicos en los entrenamientos, los partidos... "Cuanta más información tenga, mejor", me respondía siempre que le preguntaba sobre su utilidad. Vivía por y para el fútbol. Del Sub'19 llegó su salto al Madrid B, entonces en Segunda A, y nuestra relación empezó a hacerse tan habitual como cordial. ¡Y eso que casi nunca conseguía ‘sacarle nada’! Si no fuese por los jugadores, con los que también tenía una magnífica relación, jamás hubiese sabido un posible once, que él siempre guardaba bajo siete llaves. Me viene a la memoria una última anécdota, que alguna vez le recuerdo, de la previa de su último partido –ya se sabía que entrenaría al Valladolid la siguiente campaña- como técnico del Madrid B: con todo 'el pescado vendido',
""Cuanta más información tenga, mejor", me respondía siempre que le preguntaba sobre su utilidad. Vivía por y para el fútbol".
porque el equipo ya era tercero o cuarto pasase lo que pasase, le pedí medio en broma medio en serio que me diese, aunque fuese por una vez, el once que iba a poner en el campo. Lo iba a grabar en cinta para tenerlo como una ‘joya’ profesional. ¡Yo conseguí que Benítez me diese un once! En vano. Que si esto que si lo otro, que si primero tenían que saberlo los jugadores... Total que, siempre una sonrisa en los labios y el gesto de complicidad de dos buenos amigos, terminé yéndome de la Ciudad Deportiva sin el anhelado once. Tras su marcha de Madrid, nunca hemos perdido el contacto. Con infinitas obligaciones más, sigue siendo el hombre cercano de cuyos éxitos profesionales te alegras siempre aunque sea desde la distancia. Todos cosechados gracias a su valía, infinita capacidad de trabajo y continuas ganas de mejorar. Él siempre está aprendiendo, él siempre está creciendo".