Antonio Losada

Antonio Losada.
Losada.
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Como jugador:
Cantera del Real Madrid (infantiles, juveniles y tercer equipo). Temporadas 1973-1979
San Fernando (tercera división). Temporadas 1980-1982
Herencia (regional). Temporada 1983-1984
Celtics of Sacramento, California, USA. Temporadas 1985-1990

Como entrenador:
Entrenador y profesor Christian Brothers High School, Sacramento, California. Temporadas 1988-1993
Entrenador y profesor Rio Americano High School, Sacramento, California. Temporadas 1994-presente

Terminamos los 45 minutos de carrera continua una tarde de primeros de agosto de 1979 por los terraplenes de, entonces aún no terminada, La Vaguada del barrio del Pilar cerca de la ciudad deportiva del Real Madrid. Ramírez, el mister del tercer equipo del Real Madrid, y como lo teníamos por costumbre, nos pidió que nos tomáramos las pulsaciones: seis segundos de toma y a multiplicar por diez.

Éramos unos veinte jugadores con zapatillas azul marino tipo Keds; la mayoría pensando en lo bien que se estaba en la playa o en la piscina con los amigos en vez de estar preguntándonos bajo ese sol de justicia madrileño cuándo nos daría el mister permiso para beber agua. Pero no fue esa la pregunta que se me quedó grabada en la memoria sino la que Ramírez nos hizo al empezar a oírse en voz alta el número de pulsaciones que cada uno decía tener.

- ¿Por qué creéis que hoy todos tenemos más pulsaciones que ayer, si hemos corrido la misma distancia y al mismo rítmo?

La respuesta la tenía Beni que estaba estudiando segundo de INEF en Madrid.

- Porque hemos acabado en cuesta- dijo.

Así de simple, como un anillo que diría Neruda, fue el análisis de Rafa. Esta capacidad de analizar lo aparentemente complejo para sintetizarlo en lo obvio fue lo que distinguía a Rafa desde sus comienzos. Metódico, al apuntar en su libreta las alineaciones y goles marcados de los partidos que jugábamos, y analítico en sus comentarios tácticos, Beni se destacaba de entre los demás del grupo.

Sus opiniones emitían destellos que más adelante se forjarían aún más en las aulas, pasillos y en el campo de fútbol en frente del INEF donde también coincidimos; y siempre con un toque personal que implicaba cómo podíamos ganar y cómo podíamos contribuir tácticamente al éxito del equipo.

En esos años de estudiantes de INEF, 1980 y 81, Rafa jugó y terminó dirigiendo el equipo universitario de la facultad o del INEF como todos decíamos. Recuerdo que estando él preparando como entrenador un viaje a Cáceres para jugar la fase final del campeonato de España universitario, él y yo tuvimos una charla en la cafeteria del INEF desde donde se podía ver la Casa de Campo y en la distancia la sierra madrileña. Yo no podía viajar con el equipo porque estaba haciendo la mili. Aunque estaba de permiso militar no podía dejar de asistir a clases para ir cuatro días al campeonato; lo más importante eran los estudios. Sentados y cara a cara me pedía que fuera a Cáceres con el equipo. Cuando le di las razones de mi decisión las entendió con nobleza.

Mi nobleza y su nobleza de aquel momento es la que marca una relación y da frutos. Es en esta área del fútbol y no solo en el área pequeña y la grande donde se ganan los partidos más importantes de la vida y se meten los goles que nos los olvida el tiempo. Y Rafa ha ganado esos partidos, además de todas las copas y medallas que tiene en la vitrina de su casa. Es esa nobleza personal la que desde que conocí a Rafa he visto reflejada en uno de los mejores entrenadores de fútbol que hayan salido de España y que todos los que han entrado en contacto personal o profesional con él han visto también. Si no la han visto es quizás porque la nobleza siempre reconoce a la nobleza con facilidad. A mí no me queda sino justificar mis comentarios con un: los hice porque noblesse oblige, la nobleza obliga.