Rafa Benítez: "Mi Valencia era equilibrio"

05/05/2022Conrado Valle/ Diario AS

Hace hoy 20 años Rafa Benítez se encontró preparando el que hasta ese día era el partido más importante de su carrera como entrenador. Su Valencia se jugó 24 horas después de proclamarse campeón de Liga en La Rosaleda de Málaga, un hito que hizo 31 años que no logró el club de Mestalla y una hazaña que repitió solo dos ejercicios después (2004). Rafa Benítez abrió las puertas de su casa en Liverpool para conmemorar y participar a través de esta entrevista en el tributo que Radio Valencia Cadena SER y Diario AS han realizado en el Centro Cultura de La Petxina de Valencia a los 20 años de La Liga del Abanico .

¿Cuál es el primer recuerdo que le viene a la mente de la Liga que ganó con el Valencia en 2002?

Primero que han pasado 20 años, que son muchos. Hay que disfrutar siempre que se pueda de estos buenos recuerdos. Después de tanto tiempo que llevó el Valencia sin ganar una Liga, por la manera cómo se consiguió, por las celebraciones, los recuerdos son imborrables y agradables.

¿Cuál fue el secreto de ese Valencia?

Era un buen equipo, competitivo. Creo que se generó un ambiente de mucha ambición dentro del grupo. Teníamos muchos jugadores que podían jugar cualquier partido, por las famosas rotaciones, y rendir en cada uno de ellos. Esa fue la clave. Tener un equipo competitivo, con jugadores jóvenes que querían crecer, como Curro o Mista, y jugadores con experiencia, como Ayala, Pellegrino o Carboni, que le daban empaque al vestuario. Albelda y Baraja querían hacer carrera, Cañizares le daba tranquilidad, Palop transmitía energía… Juntabas todo eso: experiencia, juventud, ilusión… y un cuerpo técnico nuevo que llega también con ganas de demostrar y hacerlo bien.

El cuerpo técnico llegaba con ilusión, pero el equipo lo hacía tras perder dos finales de Champions seguidas, ¿qué vestuario se encontró?

(Héctor) Cúper había hecho un gran trabajo y nosotros lo que hicimos fue adelantar un poco más las líneas, ser más agresivos en ocasiones. Se generó un ambiente competitivo dentro del grupo. Si tienes que poner a Rufete o a Angulo, pues como entrenador no me suponía nada, porque los dos sabíamos que iban a rendir, con Kily y Vicente igual. En cualquier posición habíamos generado competitividad.

¿En qué momento pensó que podían llegar a ser campeones?

En enero es cuando hablo con algunos veteranos y les digo que podemos ser campeones. Pensaban que estaba loco. Pero sí, estaba convencido, porque sé cómo trabajamos nosotros y sé cómo lo hacía el Real Madrid. Ellos se basaban más en la calidad, porque tenían muchísima, y nosotros en la organización del grupo, en ser equilibrados, correr mucho, defender todos, atacar todos y eso lo hacíamos bien. El equipo iba creciendo. Nuestros equipos físicamente iban bien y las segundas vueltas solían ser mejores. Otros equipos iban bajando. Tenía mucha confianza en que íbamos a pelear y estar ahí, evidentemente luego lo hicimos muy bien y el Madrid bajó, pero en enero estaba seguro qué podíamos ganar la Liga.

La Liga tuvo muchos momentos, le recuerdo algunos y dice lo que recuerda

Perfecto.

¿Debut contra el Real Madrid en Mestalla en el primer partido de Zidane en España?

Me acuerdo del gol de Angulo y de algunos números, como el que decía Cañizares había corrido más que Ronaldo. Pero me acuerdo del ambiente. El público volcado con el equipo. Son de ese tipo de partidos en los que la táctica influye, pero no tanto como la motivación de los jugadores y la intensidad.

El partido de Montjuic, el de la remontada que dicen evitó su despido...

Yo lo percibo de otra manera. La gente habla de lo que pasaba en la grada. Pero yo de eso no era consciente. Yo estaba concentrado en hacer las sustituciones que tenía que hacer en un partido que se había complicado. Todo lo demás, si me iban a echar o no, forma parte de la intrahistoria que yo no controlo. Las cosas del campo salieron bien y el equipo reaccionó. Si no recuerdo mal en las primeras trece jornadas creo que llevábamos seis victorias y siete empates, no es que fuera malo el inicio de temporada, pero la gente pensaba que había que ganar siempre y al estar tan cerca de ganar, se te olvida la realidad. Los análisis hay que hacerlos en el contexto y en esa época se pensaba que con dos finales de Champions había que ganar la Liga. Pero el contexto real era que nos enfrentábamos a rivales de mucho nivel.

¿Qué cambió en ese descanso?

Pues sustituciones que salen bien. Quieres meterle más energía y salió bien. Hay veces que buscas hacerlo bien y no sale, otras que te equivocas, pero funciona. En este caso nos salieron bien, por la capacidad de reacción de los jugadores.

El partido del Espanyol en Mestalla…

¿Ese fue el que nos quedamos con diez? Se fue generando una convicción en el grupo tremenda. Los jugadores tenían mucha confianza en que incluso con diez podías competir a la máxima intensidad. En nuestro caso el equipo cada vez creía más.

En ese partido emerge la figura de Rubén Baraja, aunque cada jugador tuvo su momento en aquella Liga

Rubén (Baraja) fue clave porque volvió en enero después de una lesión y nos sumó mucho gol. Pero como dices es difícil destacar a uno solo. Santi (Cañizares) daba tranquilidad, Curro (Torres) doblaba sin parar, los centrales, cualquiera, daban tranquilidad, seguridad; Carboni daba energía; Albelda era equilibrio, Rubén nos daba llegada… el trabajo de cualquiera de los de banda, y arriba Mista, que hacía sus goles y Pablo (Aimar), que era muy difícil de controlar entre líneas. Era un equipo con mucho equilibrio, era eso, equilibrio, y con la capacidad de cambiar de jugadores y mantener el nivel.

Y llegamos a la tarde de Málaga...

Pues en la misma línea. Yo soy bastante pragmático y me centro en lo que puedo controlar, en el partido a partido, y ese partido estaba convencido que lo haríamos bien, porque era un equipo fiable. Jugara en casa o fuera era fiable. Sabíamos la transcendencia del partido, pero teníamos la confianza de ganar. Recuerdo que cuando marcamos los goles y acabó el partido le doy a Pako Ayestaran una palmada en la pierna y le dije: “Lo hemos hecho”.

Ese día los goles los marcan dos defensas, ¿le dice algo?

Era un equipo con mucha gente de gol. Pero es que Fabio (Aurelio) era atípico, porque tenía tanta calidad que si lo ponías de delantero, jugaría. Yo hacía controles de las faltas frontales, tiraban cinco cada uno y apuntaba qué hacían. Fabio de cinco metía cuatro. Era una garantía de calidad. Y Ayala en el juego aéreo era un espectáculo. El hecho de que fueran ellos los autores de los goles es una casualidad, porque podía ser cualquier otro porque era un equipo que llegaban muchos, mucha gente tenía ganas de gol: Mista, Angulo, Rufete, Vicente, Kily, Baraja… era un equipo muy completo, que podía jugar al ataque, al contraataque, a defender, era capaz de hacer muchas cosas.

Si cierra los ojos y piensa en las celebraciones, ¿qué visualiza?

Por suerte tengo muchas celebraciones en diferentes sitios y de Valencia me acuerdo de mucha gente llorando de sentimiento. Cuando ibas pasando por las calles, veías a madres con los niños, gente mayor… todas esas cosas se van quedando, porque recuerdas lo que simboliza para toda esa gente un título.

La primera vez que visitó Mestalla después de su salida del club le recibió una pancarta que decía: “Nos regalaste los mejores años de nuestra vida”, ¿Qué fue Mestalla para Benítez?

Para mí, y para mucha gente, porque además yo vivía cerca del estadio, Mestalla es recuerdos imborrables. Allí ves a la gente cómo se entrega y se genera una conexión que hace que tus sensaciones sean cada vez mejores. En tres años ganamos tres títulos y el vínculo fue muy fuerte.

¿Se ha planteado volver al Valencia?

En muchos casos en el pasado se hablaba y muchos aficionados te lo dicen. Hay que analizar los contextos y los momentos. En aquel momento yo era un entrenador joven al que le llamaba un club grande que podía crecer y crecimos juntos. Ahora se habla de proyectos, pero los proyectos duran tres partidos si los pierdes. Los contextos de dónde y cómo se producen son importantes. El recuerdo es permanente e imborrable, a partir de ahí, lo que pueda pasar en el futuro nunca se sabe, pero tienen que ser situaciones adecuadas para todo el mundo porque si no, no tiene sentido.