Desde nuestros tiempos en el Liverpool mantengo contacto con Javier Mascherano, tanto cuando vivía en Barcelona como en China cuando estaba en el Hebei, o ahora en Argentina con Estudiantes. Algo que mucha gente no sabe es que ya intenté fichar a Mascherano cuando jugaba en la Reserva de River y había sido internacional absoluto sin haber debutado aún con el Primer Equipo, en esa época estaba al frente del Valencia y tenía la intención de añadirlo al conjunto 'ché'.

Más tarde, cuando lo estaba pasándo mal porque no jugaba en el West Ham, y con motivo de un partido del Liverpool en Londres, me acerqué a su apartamento. Allí, en una mesa del salón y con unas piedras que tenía en un jarrón, le expliqué cómo quería jugar y su posición en nuestro sistema. Unos meses después se incorporaba al Liverpool, el resto ya es historia conocida. Su paso por el Barcelona jugando como central fue una experiencia más en su excelente trayectoria como profesional. 

Desde que le conozco, Javier ha destacado por su buen carácter. Mucha gente habla de ‘jugadores con carácter’ pero a mí me gusta aclarar que lo que te hace un buen jugador de equipo es el ‘buen carácter’. Javier era ‘el jefecito’, el jefe, porque es competitivo, profesional y muy buen compañero, además de exigente consigo mismo y con los de su alrededor. Por eso ha triunfado al tiempo que es apreciado por sus compañeros y entrenadores.

Se retirará del fútbol como jugador, pero estoy seguro de que seguirá ayudando a todo el que le escuche a crecer como personas y, tal vez, como futbolistas.

Cuídate Javier.